viernes, 8 de noviembre de 2013

Babel

babel

En la antigua Babel hablando nos entendíamos todos; es mas, no recuerdo haber tenido el mas mínimo conflicto con otra gentes.
Claro, va de suyo que un edificio tan grande no hubiese podido estar ajeno a las vicisitudes propias de la aglomeración.Y sabemos que muchedumbre termina en umbre como todo lo abyecto y rechazable.
Ocurrió un día que esperando el ascensor, una jovencita a mi lado llevaba puesto un pantalón que a juzgar por sus bolsillos estaba al revés.Y yo que no vine al mundo si no para ser solidario,le indiqué el tal yerro y me espetó un “Métase en sus cosas”.Ah, la juventud pensé,y apuré el tranco y evité su mirada…
…hasta que bajando al trigésimo piso subió un caballero que;¡ lo juro!, tenía puesta una remera que era obvio que estaba al revés!; y yo que vine a mirar y corregir le susurré…
…y el tipo me sacudió un piñazo en el ojo!
Habrase visto!
Y seguíamos descendiendo…
a mi derecha la jovencita me escrutaba inclemente; a mi izquierda el mozo esperaba la ocasión de molerme a palos; una por lo de la remera y otra por mostrarse a los ojos de la jovencita.
Y yo, que soy de Argente;no pude reprimir mi reprimenda y grité…
”¡Estais confundidos!”
Y ellos se aliaron y buscaron aliarse a otros tan como ellos…
…y en el ascensor se hizo una luz magnífica…
…y de esa luz brotó una voz que tronó…
”LA ETIQUETA VA POR DETRAS”…
y luego, morimos todos.

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