jueves, 1 de junio de 2017

Oíd Mortales

Es por todos conocido que la única manera de pasar a la Inmortalidad es muriéndose.
Y si lo antedicho es una verdad incontrastable lo es por la también incontrastable verdad que uno puede morir estando vivo, porque sólo se está vivo cuando permanece en el recuerdo de la gente, aún estando muerto.
Hola. Si.¿Está José?
/José habla.
Que haces José,habla Raúl.El que era novio de tu prima Raquel e íbamos a Sunset.¿Te acordás de mi?
/Uf, si.
Ah bueno, era por eso nada mas, Gracias.
Y así todos los días Raúl se encargaba de estar al tanto de si su recuerdo,bueno o malo, le mantenía vivo.
Cuarenta años de su vida se fueron en llamadas telefónicas; encuentros no tan casuales;Clubes; carnicerías,Oficinas Gubernamentales donde confirmar que quien le atendía le recordaba y eso le daba la seguridad que estaba vivo.
Un día, Raúl sintió un fuerte dolor de cólicos y un vecino conmovido por sus gritos llamó a la Emergencia pese a los desesperados intentos del enfermo para que no lo haga.
Lo cargaron en la ambulancia y Raúl a los gritos le preguntaba al camillero si le conocía y el camillero le dijo “No”.Sin aliento llegaron a la Guardia del Hospital y la Doctora,a la que no conocía, hizo tenaces esfuerzos por auscultarlo mientras Raúl gritaba “¡No me conocen, no me toquen!”La Doctora insistió y el en un último aliento lacrimoso le dijo “Estoy muerto”. Ella dijo “Nadie se muere de un cólico”.
Pero Raúl ya estaba muerto,nadie se había dado cuenta.
Le dieron el Alta cuando le hizo efecto la Buscapina.
Nunca mas se atrevió a llamar a nadie conocido por no escuchar en ese olvido la realidad de su propia muerte.
Ahora se dedica a esperar que la Inmortalidad le haga vivo nuevamente.

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